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29 mayo 2022

Ruta en 4X4 por Ksar de Ait Ben Haddu y las Kasbahs de Marruecos


Iniciamos el fantástico viaje en todo-terreno desde Marrakech, con la intención de cruzar el Alto Atlas a través del precioso puerto de Tiz-n-Tichka, de 2260 m de altitud, el "Puerto de los Pastos".

Cuando se empieza a ascender siguiendo las infinitas curvas del puerto, tenemos la sensación de que abandonamos algo, pero también de que un Marruecos distinto y misterioso nos espera en la otra vertiente. 


El paisaje nos invita a sentir el encanto de la desnuda soledad de las cotas altas de Atlas, se trata de un paisaje áspero y atormentado en el que se mimetizan los pueblos de casas hechas de piedra con el adobe del mineral de la zona con techos planos de troncos y ramajes, cubiertos de tierra batida.


Seguimos hacia Ouarzazate por el país de la poderosa tribu de los glaua, pero recomiendo saltar esta población de Ouarzazate para encontrarnos cuanto antes con la arquitectura noble y austera de las kasbahs, los pueblos fortificados, que caracterizan el valle.



Vamos a detenernos en la kasbah de Ait-Ben-Haddou (declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987), Impresionante y bonito pueblo fortificado dominado por varios tighremt, graneros-fortaleza con torres almenadas decoradas con motivos romboidales. 



Este ksar o alcázar es uno de los mejor conservados en el 
país y en él se han rodado películas míticas como Lawrence de Arabia, en 1962.  Es un espectacular poblado de arcilla y piedra, diseñado para defender las casas, las cosechas y los palmerales que crecen junto a sus cauces.


Se llega al pueblo cruzando e río Asif Mela a pié y sobresale el intrincado laberinto de callejas, las viviendas y las torres del alcázar.


Ksar de Ait Ben Haddu, en su tiempo, formó parte de una gran comunidad agraria y mercantil.  Muestra de ello son las ruinas del "agadir", el gran granero fortaleza situado en lo alto de la colina a cuyas faldas se asienta el ksar. 

Las altas torres de las casas, algunas muy bien conservadas, y el tamaño del añadir son un claro testimonio de la importancia que tuvo en su día este pintoresco asentamiento.


Nos dirigimos ahora hacia Zagora, una vez pasado Agdz, admiramos el extraño monte Kissam, en forma de cresta irregular, que nos va a acompañar durante 40 km.



Zagora es una gran aldea, apodada como la "Puerta del Desierto" nos sirve para hacer noche y realizar los preparativos para el  día siguiente en el que realizaremos el impresionante recorrido por pistas por la vertiente pre-sahariana del desierto, entre Zagora y Rissani.  En Zagora observamos un cartel indicativo a final de su calle principal que indica "Tombuctú, 52 jours", de camello... se entiende. 

Desde  Zagora iniciamos un precioso recorrido por pistas, dejando a nuestra izquierdas las tortuosas cimas del Pre-Atlas.




Varias incursiones a pie nos permitieron tomar contacto con algunas particularidades de la zona como, por ejemplo, los cementerios bereberes, difíciles 
de apreciar ya que no son más que una sucesión de piedras en mitad del paisaje.



También nos encontramos con millones de langostas recién nacidas, presagio de una nefasta invasión de langosta atentando contra las próximas cosechas y presagiando hambre y deficultades para la población.



 Una vez dejadas las pistas y ya en carretera, antes de llegar a  Rissani nos vemos sorprendidos por la primera tormenta de arena  arena y agua, presagio de lo que iba a ser la noche en el desierto.  Rissani fue la capital del Tafilalet, última etapa de las caravans hacia el sur,  y, además, ciudad santa por ser la cuna de la dinastía alauita. 


La kasba fue construida a finales del XVI por Mulay Ismail.  Hoy es una ciudad muy tranquila a la que se accede por una puerta monumental del s XIII.

Con motivo de una espantosa sequía, a mediados del XIII, los jefes de las tribus de la región de Tafilalet hicieron venir desde Arabia a un descendiente del Profeta.   " Entonces, el tan esperado milagro se cumplió: un soplo primaveral pasó por las montañas y los valles.  Gracias a los divinos efluvios que Hassan el Alauita había traido, con él volvieron las lluvias"  .  

Me quedo con la imagen y el recuerdo de una pequeña escuela, cuya puerta estaba abierta, que fotografié una vez que los niños habían salido y ordenado el aula.
Al atardecer llegamos a Merzouga, en el corazón del desierto,  y alojarnos en las haimas próximas al conocido refugio de Alí el Cojo, al pie de la Gran Duna el Erg Shebbi de 250m de altura.

                                                  
Las dunas alrededor de Mezruga se acercan a la imagen que siempre hemos cultivado en nuestra mente en relación con los desiertos, montañas de limpia arena que reflejan cualquier detalle de la luz del sol, cálidas y melancólicas al anochecer y cegadoras por el día, siendo continuamente re-dibujadas por el viento. Es un lugar para el disfrute de todos los sentidos, especialmente al amanecer y durante el ocaso del sol


Cuenta la leyenda que estas dunas son un castigo infligido por Dios a los habitantes del antiguo pueblo de Merzuga que, hace muchísimo tiempo, rehusaron a acoger a una mujer y a sus hijos porque estaban ocupados celebrando una fiesta. Una gigantesca tormenta de arena se levantó y recubrió el pueblo para siempre.  Desde entonces, todos los días al mediodía, se oyen gritos saliendo se esas inmensas dunas.  Son los antiguos habitantes que, en vano, piden perdón. 





El saludo de despedida de Alí el Cojo con las manos vueltas hacia arriba, es sinónimo del deseo de regresar a este lugar del Sahara tan fantástico.




El circuito continuó por las Gargantas del Todra con la ciudad de Tinghir y su oasis,  hasta las Gargantas del Dades, lugar en el que hicimos noche.

Regreso a Marrakech pasando por el valle de las Rosas donde visitamos Imridil, el palmeral de Skoura y la Kasbah de Skoura.  

Tras pasar noche y visitar Ourzazate  cruzamos de nuevo el Alto Atlas por su carretera llena de colores rojos y verdes hasta terminar de nuevo en Marrakech.

09 julio 2021

¿Qué ver en la Medina de Marrakech?



Una de las mayores fiestas del mundo se celebra cada noche en la amplia plaza Jemaa el Fna, esta fiesta ha sido declarada en 2001 como "Patrimonio Oral de la Humanidad" por la UNESCO.


La mítica plaza medieval, cuyo nombre significa "Lugar de los Ejecutados", se llama así porque hasta principios del siglo XX en ella se decapitaba a los criminales, hasta un máximo de 45 al día según la norma vigente.  Sus cabezas empaladas quedaban expuestas para dar ejemplo.

La Jemaa rebosa actividad desde la mañana hasta la noche, en ella pasa todo lo imaginable y lo inimaginable.  Se trata de un lugar que es, de forma simultánea:  foro de expresión, mercado, real de feria, restaurante al aire libre...  Me gustó un párrafo que leí una vez en la enciclopedia Bellezas del Mundo de Larousse-Sedmay, Edición de 1974, que con sólo unas frases consigue describir perfectamente el ambiente que allí hemos vivido todos los visitantes de esta plaza:

Espectáculo prodigioso el de esa multitud que se reúne al caer el sol en torno a los narradores, encantadores de serpientes, a los bailarines y cantores. Un viejo, seco como un sarmiento, cuenta la  leyenda del rayo de sol impuro que se convirtió en oro;  o la historia de Mahoma que, picado por una serpiente, chupó el veneno, lo escupió por tierra e hizo crecer el tabaco. Su auditorio está compuesto por niños y hombres de todas las edades, sentados en el suelo con las piernas cruzadas que escuchan mudos de curiosidad.  Al lado, un taleb detalla sobre un cuadro anatómico los diferentes órganos del cuerpo humano y un encantador de serpientes hipnotiza a un muchacho y desliza al reptil bajo su camisa.  Los acróbatas de Amizmiz dan peligrosos saltos entre los aplausos de los curiosos.  Racimos humanos se aglutinan, evolucionan en medio de la barahúnda. Un lisiado, sin piernas, se desplaza con hierros en forma de horquilla; mientras, los porteadores de agua hacen sonar su campanilla y posan para los fotógrafos. Cerca están los toldos donde una multitud ha venido a sentarse en la mesa entre los fogones, acompañados por el fuerte olor a especias, los humos y los vapores que se desprenden de las brasas y grandes marmitas en ebullición. 


La Jemaa por la noche, un festín para todos los sentidos:  comenzando con el atractivo y exotismo de las gentes y espectáculos que se pueden contemplar. Son inolvidables los sonidos de las orquestas que acompañan a los bailarines, los gritos de los narradores y las flautas de los encantadores; así como el calor de la muchedumbre que se apelmaza en corro alrededor de cada espectáculo y los miles de sabores de los preparados culinarios de los grandes puestos de comida.



En Semana Santa de 2.004, se nos ocurrió realizar la ruta de las Kasbash y acercarnos a las dunas del desierto del Sahara en vehículo 4 x4.  Marrakech, tan cerca de Madrid fue el punto de partida de esta emocionante aventura.  La ventaja horaria de Marruecos y el buen tiempo reinante, nos permitió desayunar el mismo día que salimos de Madrid, en la terraza superior del Café de France en una Jemaa el Fna prácticamente vacía que iba cobrando vida a medida que el día iba avanzando.  Es muy impresionante como se va llenando este inmenso espacio con vendedores de zumos naturales, tenderetes de frutos secos, adivinos y santeros sentados en sus sillas, mujeres venidas del Antiatlas para vender sus cestos de mimbre, porteadores de agua que proporcionan una nota folclórica con sus llamativos atuendos, vendedores de especias, de brebajes medicinales y pócimas, de ungüentos y animales vivos, escribanos públicos por encargo...


Estamos ante una de las ciudades más fascinantes de Marruecossu excepcional situación al pie de las cimas del Atlas añade una nota más a la belleza de su urbanismo. A Marrakech, los poetas árabes la llamaron "Perla del sur, echada por el Atlas", también se la llamó "La ciudad roja" o "La ciudad de los jardines".  Sin embargo, Marrakech es la transcripción del nombre bereber "Tamurt n Akkuc" que significa Tierra de Dios.

Fue fundada por los almorávides en 1062 y posee algunos de los monumentos más característicos del arte islámico: el minarete de la Kutubiya, las tumbas Saadis, las ruinas del palacio El Badi , la medersa Ben Youssef y las murallas de tierra apisonada que siguen rodeando la medina.

El minarete de la mezquita de la Kutubiya, símbolo de Marrakech es una torre de 77 metros de altura, hermana gemela de la Giralda de Sevilla y de la torre de Hassan en Rabat.  Es el símbolo de la antigua ciudad imperial y fue construida por los almohades alrededor de 1150 tras conquistar la ciudad.  Fue rematada a finales del XIII, bajo el mandato de Yacoub el Mansour. Tiene una excelente iluminación de colores durante la noche.

La mezquita dispone de 17 naves de oración y es un rectángulo de 90 x 60 m.  A la oración de los viernes acuden a este lugar unos 25.000 fieles.


En un lateral de la Kutubiya se encuentra el hotel de los hoteles, el legendario La Mamounia, su decoración combina el estilo marroquí con el art-decó.  En La Mamounia destacan sus jardines, casino y su piano-bar Winston Churchill, donde Hitchcok rodó algunas escenas de El hombre que sabía demasiado.

 















Entrando en la medina a través de la magnífica puerta de Bab Agnaou de granito azul decorada con arcos concéntricos, tomamos la calle de la Kasbah para llegar a las tumbas Saadis.  Aquí reposan los miembros de la dinastía saadí,que reinó en Marruecos entre 1554 y 1669.  Es un lugar muy tranquilo, con altos cipreses, palmeras y jardines de rosas.  Aquí está enterrado el fundador de la dinastía, el Moulay Ahmed el Mansour y su familia, en un mausoleo que ostenta una cúpula de estuco que imita encaje dorado y que se apoya sobre doce columnas de mármol de Carrara.  

En nuestra visita veremos una buena muestra del arte andalusí con bellos techos decorados con estucos, maderas finamente talladas y suelos fabricados con mosaicos de azulejos de colores. Una de las zonas más bonitas es la del Mihrab, con una cubierta con tejas verdes y un gran arco tallado en madera de cedro sujeto mediante dos columnas de mármol. 


En el jardín que encontraremos en la entrada hay mas de 100 tumbas en las que están enterrados los cuerpos de los sirvientes y guerreros de la dinastía.


El palacio El Badi, construido por el sultán Ahmed el Mansour en el s. XVI, está prácticamente en ruinas pero sus restos dejan adivinar lo que debió ser en su día y el porqué de su nombre "el Incomparable".  Fue el palacio más esplendoroso de toda África y estaba inspirado en la Alhambra de Granada.  Hoy sólo quedan sus muros, una extensa explanada con estanques y restos de edificaciones.



La Medersa Ben Youssef era un colegio teológico que fue mandado construir por el sultán Abdallah al-Ghalib, "el sultán Negro", en el s. XIV.  En este lugar residían unos 900 estudiantes hasta que se sabían de memoria el Corán. El exquisito conjunto, por la calidad de sus estucos, maderas y azulejos nos recuerda, de nuevo, a la Alhambra de Granada.  Destacan sus pequeñas y austeras celdas en contraste con sus impresionantes salas, los patios, arcadas, escaleras... que permiten intuir cómo era la vida de aquellos jóvenes aislados del mundo exterior.


El increíble itinerario por los zocos de la Medina de Marrakech supone un viaje en el tiempo hasta la ciudad del siglo XII en busca de las tradiciones milenarias y oficios olvidados.

En la bonita plaza de Rahba Kedima se encuentran las farmacias naturales con todo tipo de plantas medicinales, hennas, gommages y savons noirs para los hamman, pócimas, ranas, tortugas o camaleones que quitan el mal de ojo. En las estanterías de estas boticas hay tarros de alheña, de gazul, de extractos de rosas, de jazmín, de ámbar, de almizcle o de khol.


El zoco de las alfombras o de Zrabia se encuentra en  la Criée Berbère, lugar en el que antiguamente se vendían esclavos.  Los vendedores realizan sus ofertas mientras desenrollan sus alfombras interminables de vistosos estampados geométricos.


En el zoco Belaârif se mantiene vivo el viejo oficio de los herreros y se ve a los artesanos dedicados a sus trabajos de hierro forjado y elaborando lámparas y candelabros.


Uno de los zocos más atractivos de Marrakech es el de los tintoreros en el que llama la atención el panorama de las lanas y las telas colgadas secándose al sol.


Me llamó particularmente la atención cómo se pueden recuperar los neumáticos de las ruedas y realizar, con imaginación y buen hacer, un gran número de objetos prácticos.


También muy interesante es el Souk des Chaudronniers o del Cobre, donde los caldereros trabajan con utensilios y sistemas que parecen no haber sufrido ningún cambio desde hace siglos.



















Indescriptibles son las sensaciones al perderse por el laberinto de calles estrechas de la medina totalmente repletas de comercios y negocios.  Junto a los innumerables reclamos turísticos de ínfima calidad y alto precio, se alternan ofertas de carácter más local:  casquerías de cordero que hacen estremecer a los foráneos poco acostumbrados a ver y oler las vísceras animales, farmacias naturales con las plantas más extrañas, camaleones vivos para el mal de ojo, sabrosos dulces de miel y almendra, caracoles cocidos en un humeante vapor, las ropas sin marca que diferencian a los ciudadanos del país, productos de la tierra que las campesinas venidas a la ciudad exponen sobre plásticos en el suelo ...



No todo es compra-venta en estos callejones, puertas adentro del aparatoso expositor de infinitos artículos para su venta al viandante, en muchos locales se encuentran talleres de confección, telares de alfombras, talleres de calderería o de cerámica, tintorerías a la antigua usanza, talleres de soldadura y fundición, satrerías, etc... 
Una gran actividad domina las "avenidas" de la medina, un intenso tráfico sortea a los miles de personas que abarrotan las calles.  Bicicletas, carros tirados por animales, ciclomotores, furgonetas, taxis, asnos... serpentean para esquivar personas y obstáculos unas veces con una sorprendente velocidad, otras veces con excesiva parsimonia.


Antes de salir de la medina, es obligado citar la inmensa muralla de tierra apisonada que rodea la medina.  La forma más elegante y práctica de recorrerla es en una de las múltiples calesas que se alquilan en las proximidades de la plaza Jemaa el Fna.  Hay que detenerse en alguna de sus puertas principales, de singular belleza.




Excelente fue el paseo en calesa por las murallas, el barrio judío de Mellah, más tranquilo, en el que antaño se concentraban los comerciantes,banqueros, joyeros y sastres judíos.









25 enero 2019

¿Qué ver durante unas horas de paso por la ciudad histórica de Mekínez (Meknès) en Marruecos?



En un viaje de trabajo en Marruecos y después de haber mantenido reuniones de trabajo con nuestro cliente en Casablanca durante la mañana de algún día del primer trimestre de 1991,  teníamos que desplazarnos por la tarde a Rabat en donde celebraríamos nuevas reuniones durante la mañana del día siguiente.



Es entonces cuando propuse a mis compañeros que nos desviásemos del recorrido convencional por la autopista que une Casablanca con Rabat para hacer una corta escala en la ciudad histórica de Mekínez, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, junto con Rabat, Fez y Marrakech.  

Cinco años después de nuestra fugaz visita, en 1996, Mekínez fue inscrita como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La ciudad alcanzó su apogeo durante el reinado del sultán alauí Mulai Ismael (1672-1727), que hizo de Mequínez su capital y la convirtió en una especie de Versalles marroquí.  

Mulai Ismael se hizo construir una inmensa ciudad imperial que comprendía palacios, viviendas, establos, graneros, aljibes y talleres, además de un gran mausoleo.  Del conjunto solo se conservan ruinas.

En las proximidades de la puerta de Ban Mansour, contratamos a un guía local para optimizar nuestra visita de tres horas.



Ban Mansour el Aleuj es la más imponente y hermosa de las puertas monumentales abiertas en los 25 km de murallas que rodean a la vieja ciudad de Mequínez y fue construida en 1732.  Es también, la puerta más grande de África del Norte.


La Medina con sus estrechas callejuelas encierra uno de los mayores zocos de Marruecos en el que se respira una atmósfera típicamente árabe.














En la ciudad imperial, comenzamos un largo recorrido de unos 6 km. que nos lleva, en primer lugar, al mausoleo de Mulai Ismael se encuentran enterrados también su esposa e hijos.  El recinto se divide en varias estancias y patios interiores.  La tumba es una habitación fastuosa con un patio y una una fuente delante. Escaleras y las paredes están revestidas con mosaicos de azulejos.






El Mulai Ismael mandó construir un enorme granero, llamado Hera es Suani, al sur de la ciudad para almacenar gran cantidad de provisiones en unas condiciones óptimas de conservación, ya que el espesor de los muros mantenía una temperatura constante que facilitaba la conservación de los giros almacenados.  



También construyó unas caballerizas de dimensiones igualmente colosales con capacidad para 12.000 monturas.

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